Poco a poco España se está convirtiendo en un país de startups, de emprendedores que luchan por sacar adelante proyectos innovadores y que son capaces de aportar algo diferente. Pero como en el caso de las pymes, uno de los principales escollos a los que se enfrentan, es el acceso a la financiación. Desde el punto de vista del inversor, ya sea un fondo privado o una entidad financiera, apostar por una startup es una operación de alto riesgo, por lo que suelen moverse con pies de hierro. Y sin embargo, invertir en una startup conlleva una serie de beneficios fiscales que deberían ser tenidos en cuenta.